miércoles, 5 de diciembre de 2007

LAS CALLES Y SUS REGLAS

LA CALLE

La calle, al igual que la escuela, es el primer lugar en el que el niño se aparta de lo materno y lo familiar para encontrarse con realidades sociales preexistentes, a veces muy distintas de las de su ámbito doméstico, a veces, muy violentas y rudas. Es, de otra parte, la calle el sitio donde se produce el primer encuentro con el mundo de lo público; un mundo de individualidades, donde el niño tiene, por lo tanto, que enfrentarse a las diferencias, las debe aceptar aunque sea a regañadientes y conoce de la existencia de 'los otros', que con frecuencia se le imponen con gran rudeza y falta de consideración. Es allí donde 'el grupo social' de los amigos e iguales pero también el de los rivales y el de los mayores ejerce toda su influencia y va moldeando las individualidades infantiles que recién han sido expulsadas por el hogar.
Si bien la calle, como tal, no pueda ser definida y entendida como una organización formal, abstracta, generalizada y regida por normas precisas, no quiere decirse con ello que en la misma impere la anarquía, el desorden social, la falta de organización. De hecho, existen y rigen allí normas y procedimientos que deben ser acatados por quienes acceden a ella. Por lo tanto, en la calle el niño tiene un primer encuentro con la ley, como un principio de orden social y organización social, como un primer elemento de cohesión y de referencia para su comportamiento social muy diferente de lo experimentado hasta ahora en su mundo doméstico. Es posible que las normas de la calle no tengan la rigidez y formalidad que exhiben las que rigen en la escuela pero pueden ser tan o más eficaces que las actuantes en esta última.


La calle significa también un encuentro con relaciones de poder, diferentes a las familiares y a las personificadas por los maestros y maestras si es que el niño asiste simultáneamente a la escuela. Deberá, por lo tanto, aprender a reconocer jerarquías, y saber que las decisiones que pueda tomar estarán en más de una ocasión condicionadas por consideraciones ajenas a su voluntad y que no siempre serán de su agrado.

De esta manera, para lograr el reconocimiento de las diferentes realidades que le ofrece la calle, el niño deberá realizar un autoconocimiento del 'yo', establecer las fronteras del mundo doméstico privado, delimitar su propia individualidad para reconocer a 'los otros', las otras individualidades, con las que tendrá que interactuar sometiéndose a veces, dominándolas en otras oportunidades. Es posible que desarrolle especiales habilidades para competir pero también puede llegar a ser un excelente cooperador.

Aunque con todos los riesgos que la caracterizan, la calle puede presentarse como alternativa frente a una grave situación de violencia familiar y social, provocada por un sistema socio-económico discriminatorio y excluyente. La calle se presenta como un espectro amplio de estímulos para el niño: ofrece respuestas para satisfacer sus necesidades básicas; es un lugar donde se encuentra con grupos secundarios de referencia, de identificación; es un espacio donde adquiere destrezas y aprende a compartir y a ser solidario; la calle es, también una aventura y una oportunidad para experimentar la autonomía deseada.

La calle es el espacio de referencia especialmente para los niños abandonados, maltratados y para aquellos que cometen infracciones y tienen conflictos con la ley. Ciertos "sectores" determinados por los mismos niños se convierten en su "habitat" para realizar sus actividades informales, para sobrevivir a través de limosnas o robos o para buscar un horizonte recreativo. Los mercados, los terminales de buses, los centros comerciales, los parques y las venidas comerciales son los lugares en los que están presenten niños de la calle y niños trabajadores. Para tantos niños la calle es la única escuela para su vida.

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